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Navaluenga, una aldea medieval, segunda parte
El nombre de sus calles y oficios
De la Navaluenga medieval perdura la distribución de sus calles con clara resonancia de los oficios que en ellas se realizaban. En la calle de la Fragua, junto al arroyo del Chorrerón, perdura una antigua fragua de grandes dimensiones a la que debe su nombre. En la Calle de la Tenería, perteneciente al posible barrio judío, se asentaron curtidores, peleteros, tintadores y pastores de origen sefardita, que trabajaban en la curtiduría y tintado de pieles.
La Calle de las Lanchas, estuvo provista de grandes lanchas o losas de piedra que podría corresponder con los restos de una calzada ganadera. Las calles Sextil y El Toril, están relacionadas con nuestro pasado ganadero. En Toril era un corral comunal donde se guardaba el ganado extraviado o requisado por entrar en fincas privadas sin permiso.
Varias calles están relacionadas con las vías pecuarias como Calle Cañada Chica o Cañada Grande (hoy Calle Barrio Madrid). Otras indicaban lugares de transformación de materias primas como la Calle Tejar que hace alusión a un horno de tejas que existió en el pasado.
La Calle de la Corredera, era el lugar donde se "corrían los gallos" el martes de carnaval y la Calle Correos hace referencia a la llegada del servicio postal al municipio. La Calle Rinconcillo, La Iglesia (que en los siglos XVI-XVIII se denominaba Calle Real) y la Calle La Ermita que conduce a la ermita de Nuestra Señora de la Merced (el inicio de esta calle se conoce popularmente como El Cerrillo) marcaban el final del caserío, en su cara norte.
En su cara sur, La Cuesta del Hospital marcaba el final de la zona habitada, posiblemente la Real Colegiata Abadía de Nuestra Señora de la Asunción, entre sus obras pías, impulsara en Navaluenga la construcción de una casa para enfermos pobres, construcción de la que sólo ha quedado el nombre y es posible que un pequeño escudo que lucía el dintel de una casa próxima a esta calle. También podría tratarse de un hospital construido para atender las infecciones de cólera y tuberculosis que azotaron el siglo XIX.
Otros nombres evocan un pasado de clara impronta religiosa – Calle herrén de la Virgen, Cruz del Pradillo (este humilladero estuvo situado a la salida del pueblo), Cruz del Arenal (humilladero que estuvo situado al inicio del pueblo), Calle de la Concepción (en honor a la ermita situada junto al puente románico titulada a Nuestra Señora de la Concepción), la Calle Curato donde vivía el párroco de Navaluenga y la Calle Cementerio frente a la Iglesia parroquial y que indicaba el lugar de enterramiento desde el siglo XV hasta 1918.
El nombre de otros lugares desvela la presencia de antiguos asentamientos humanos como son los parajes de San Millán aldea que fue collación del Concejo de Burgohondo, el Cerrillo de San Marcos (aldea de origen visigodo que contó con una ermita y necrópolis), San Bartolomé (lugar donde se edificó una ermita que llevó su nombre y que contaba con una cofradía), Santo Ciervo (posiblemente este topónimo sea una deformación de la palabra Santo),Valdebruna y El Pimpollar (donde a mediados del siglo pasado se encontraron varias tumbas de lajas), y otros muchos que serán objeto de futuras investigaciones.
El Catastro del Marqués de la Ensenada señala las actividades cotidianas llevadas a cabo en Navaluenga en 1750, cuarenta y cinco años antes de la desaparición de la Abadía de Burgohondo, a la que había pertenecido desde el año 1275.
"Para el trabajo de campo y el consumo doméstico contaba con 56 bueyes de labor, 40 caballerías y 24 jumentos, 175 cabezas de ganado vacuno, 1.026 ovejas, 1109 cabras, 182 cerdos y 200 colmenas. Tenía: 206 casas, 1 carnicería, 1 horno de tejas, 1 taberna y albacería, 1 mesón, 4 molinos harineros en el río y una escribanía. Las tareas agrícolas y artesanales las realizaban un total de 126 trabajadores, 56 labradores, 52 jornaleros, 1 maestro albañil, 6 tejedores de lienzo, 2 herreros, 2 taconeros, 2 maestros horneros con 2 aprendices y 3 pescadores. Los precios de los jornales oscilan entre 2 reales, 17 maravedíes que cobraban los jornaleros y los 5 reales que percibían los maestros de oficios".
Pavimentación de canto rodado y reguera central
La mayor parte de las calles del casco antiguo estuvieron pavimentadas con canto rodado, procedentes del río Alberche. Están calles disponían de una reguera o regadera central para la conducción del agua de riego y la evacuación del sobrante durante las precipitaciones.
Esta pavimentación facilitaba el tránsito de carros tanto para el uso agrícola-ganadero, como para la industria arriera y maderera. En época más moderna para algunas calles como la calle del Curato, calle Hospital o la Calle de la Iglesia se utilizaron los adoquines, más o menos regulares, para su pavimentación.
Calles Riacho y Tenería (1941) con el mismo sistema en la utilización de canto rodado y reguera central. En la primera imagen de la calle Riacho pueden observarse algunas losas de piedra encuadrando la reguera, que pudieron utilizarse para lavar la ropa. Estas conducciones u otras anteriores pudieron ser utilizadas por las tenerías en los distintos procesos de transformación de las pieles de los animales en cuero.
El hallazgo de conducciones de agua, y restos de pozos, estanques y piletas utilizados en las tenerías del pueblo darían información relevante sobre estos lugares de transformación de materias primas y su ubicación.
A lo largo de la historia del pueblo, con los distintos procesos de pavimentación mejorando el tránsito de personas, caballerías y carruajes y el desarrollo de los distintos oficios artesanales (herreros, carpinteros, tejedores, zapateros, taconeros, canteros, carniceros y un largo etcétera), se fueron asentando en la calle Corredera, las primeras tabernas, mesones, posadas y ventas de Navaluenga.
En este contexto se sumó a la vía principal, que conectaba los caminos del Barraco y Burgohondo, la Plaza del Ayuntamiento que alojaba la cárcel del valle, una carnicería y la alhóndiga.
Para la pavimentación de la Calle Las Lanchas se utilizaron grandes losas de piedra que fueron el origen del nombre de la calle. En un corral privado perteneciente a esta calle aún se conserva el pavimento original utilizado en esta calle. Estas lanchas también podrían corresponder a los restos una primitiva calzada ganadera situada en la actual calle.
En el interior de muchas viviendas también fueron utilizadas como pavimento grandes losas de piedra, las denominadas popularmente "lanchas de casa", algunas de grandes dimensiones, muy bien regularizadas, que pudieron proceder de las lajas de cubrición de las distintas necrópolis visigodas y medievales diseminadas en el pueblo.
El buen trabajo de los canteros y albañiles locales ha dado lugar a una importante colección de dinteles, jambas, ménsulas y sillares muy bien trabajados. Estos trabajos pueden apreciarse en un gran número de casas y corrales en las distintas calles de la parte más antigua del caserío de Navaluenga.
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