Innovación y tradición, así es una modista 2.0

Emyly Jazz aúna la tradición recogida de su familia en el pueblo abulense de Cebreros con la innovación de los nuevos cortes y telas que hay hoy en día

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Emily Jazz
Sonsoles  Caro
Sonsoles Caro
Lectura estimada: 4 min.

La trayectoria de Emilia Gómez García (Madrid, 1984) no se puede entender sin su abuela Chata ni su infancia en la localidad abulense de Cebreros.

Aunque nace en Madrid, Emilia creció en Cebreros donde su abuela Chata le inculcó su pasión por el diseño, la moda y las prendas de vestir. Desde su infancia, su abuela ve en ella una curiosidad innata por todos los trabajos que ella realiza en torno a la ropa: costura, punto, corte, patronaje, telas, zurcidos, arreglos, etc. Ese entusiasmo y su facilidad e ingenio para aprender las tareas que se requieren en esta disciplina, dan sus frutos a muy corta edad, despertando en ella la vocación por vestir de manera única y personalizada a sus familiares y amigos.

"Mi abuela es muy importante para mí, no solo por ser mi abuela, que ya es mucho, sino porque ella es la que me ha enseñado la pasión por la costura, la pasión por el aprovechamiento de recursos textiles", resalta Emilia y añade que "yo entro en la Academia de Corte y Confección  y de Diseño y Patronaje, pero yo ya vengo con una base. Con la base que mi abuela me había enseñado, no porque fuese modista de profesión,  sino porque era modista de pasión, que es mucho más bonito".

Años después, se formó en Gestión Comercial y Marketing, para después dar el salto definitivo al mundo de la moda formándose, de manera continua, como personal shopper, estilismo, diseño de moda, patronaje, confección, etc.

Y así comienza la historia de Emyly Jazz, su marca de ropa, con la que ella misma se define como "una modista 2.0".

"Lo que yo hago es ser modista 2.0, porque lo que hago es mezclar la tradición con la innovación. Al final mezclas los conocimientos con la innovación, experimentar", detalla Emilia mientras recalca que "yo trabajo con la parte de tradición que son los cimientos y luego le introduzco la parte de innovación con nuevos  tejidos o nuevos cortes menos clásicos arriesgando un poquito y eso es el valor añadido pero porque está dentro de mí".

Su objetivo era tener lo que hoy en día es ya una realidad, su propia marca de ropa y complementos: Emyly Jazz.

Una modista que "viste personalidades"

"Yo visto personalidades, que es lo que a mí me gusta decir: personalidades y cuerpos adaptados a la personalidad", así define su forma de concebir su arte.

Lo que realmente hace es respetar el residuo textil. En contra de lo que se consume ahora, el consumo de usar y tirar, Emilia conciencia a sus clientes de que hay una segunda e incluso una tercera vida en esas prendas que hay en el armario.

Como bien explica ella, detrás de esa prenda que ya no te pones porque te aburre o ya no te gusta, ella con arreglos, customizaciones, transformaciones, hace que esa prenda vuelva salir a la calle, con un toque personalizado de cada cliente que la hace única y especial.

Además, realiza asesorías de imagen para que las personas tengan conocimientos exactos de su cuerpo y sepan exactamente qué es lo que les favorece para que a la hora de comprar, hagan compras seguras, compras conscientes.

"Yo me reúno con esa persona. Conozco a esa persona tanto física como emocionalmente. En el primer encuentro solamente me limito a escuchar a hacer ciertas preguntas estratégicas para saber exactamente por dónde puedo ir encaminada a la hora de diseño y, a partir de ahí, le creo seis bocetos con los cortes que más le favorecen, les hago un estudio de color. Les recomiendo colores en función del diseño", remarca la diseñadora respecto a cómo es su forma de trabajar.

En ese sentido, destaca que "la clienta solamente viene a vestirse y a disfrutar". A continuación de enseñarle los bocetos, Emilia elige uno o crea otro de cero en base al gusto de la persona, creando un patrón único y totalmente hecho a medida con un prototipo. Ahí es cuando empieza a utilizar la tela final, otra forma que tiene ella de aprovechar el tejido al máximo.

"Bueno, la quinta vez que nos vemos es cuando ya la clienta tiene su prenda por y para ella", acentúa orgullosa.

La Chata Shop

Pero Emilia no se queda solamente con 'Emyly Jazz', ya que, como ella misma se define, es artesana. Y como tal, ve la importancia de dar visibilidad a un oficio tan antiguo que se está perdiendo: el de las artesanas de municipios pequeños, como el de Cebreros.

Gracias a esa intención, y de conocer la comunidad artesana 'Proyectos bonitos', se decide a realizar otro sueño que llevaba años rondándole la cabeza: una tienda taller, 'La Chata Shop', en donde poder dar a conocer a mujeres artesanas de distintas partes de España y su trabajo en este milenario oficio.

El taller abrirá la primera semana de julio y mostrará el trabajo de doce artesanas, tres de ellas de la provincia abulense. En el taller, ubicado también en Cebreros se podrá encontrar: joyería; tocados y sobreros a mano; mochilas, monederos, bolsos de cuero; ropa para niños; juguetitos para niños sensoriales  de tela... En este estudio aúna dos cosas que persigue: el dar visibilidad a estas mujeres y el trabajo a través del comercio local.

"Como se está perdiendo el arte de la artesanía y el oficio del artesano, entonces hay que darle valor. Por eso nace 'La Chata Shop', para dar oportunidades a todas esas artesanas, principalmente mujeres, porque siempre se ha visto la postura del artesano.  Las mujeres han sido las grandes olvidadas", explica con una mezcla de satisfacción y nerviosismo ante su próximo gran proyecto.

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