Ávila vive un emotivo reencuentro con la obra de uno de sus hijos predilectos: el pintor Eduardo Veredas. Desde este fin de semana, el claustro del Palacio de los Velada acogerá la primera exposición póstuma dedicada a este artista abulense, heredero de una saga familiar ligada al arte y al patrimonio de la ciudad.

Eduardo Veredas, hijo del reconocido Antonio Veredas, desarrolló una prolífica carrera de 40 años, exponiendo en galerías de toda España, especialmente en Madrid, ciudad donde residió hasta su fallecimiento hace dos años. Ahora, Ávila le rinde tributo con una selección de 15 óleos que capturan la esencia de la capital a bulense y bodegones de impecable factura.

La exposición, titulada 'Hambre de un puesto al sol", en honor a la acertada crítica que encabezó el escritor Pedro Laín Entralgo en su día, ofrece una oportunidad única para apreciar la maestría de Veredas. Su obra, elogiada por figuras como Antonio Bestard Fornis, el Marqués de Lozoya y José Camón Aznar, se caracteriza por una profunda conexión con la tradición del taller castellano.

Luz y color

Veredas logró una simbiosis perfecta entre composición, luz y color, creando un realismo depurado que trasciende lo puramente estético. Como señaló Antonio Bestard Fornis, "sus cuadros pueden ya trocearse y cada pedazo es singularmente válido", destacando la solidez y la fuerza de su pintura. José Camón Aznar resaltó la "congruencia perfecta entre tema y realización", la reciedumbre de sus colores y la densidad cromática que evocan atmósferas llenas de carácter.

Esta exposición es una invitación a sumergirse en el universo de un pintor que, con "colores recios para hombres de raza" y un "dibujo fuerte para arquitecturas recias", se preocupó por el hombre y su tragedia permanente, un tema universal que resuena en cada una de sus obras.