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Obituario: Pedro Navascués de Palacio, saber, distinción y cercanía

Catedrático de Historia del Arte y Miembro de Número de la Institución Gran Duque de Alba

Obituario: Pedro Navascués de Palacio, saber, distinción y cercanía
Tribuna
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Por Raimundo Moreno Blanco, coordinador de la Sección de Arte de la Institución Gran Duque de Alba

Probablemente, cualquier estudiante o aficionado a la historia de la arquitectura conoce los apellidos Navascués de Palacio, aunque no haya coincidido con el profesor fallecido el pasado 5 de septiembre. Sus más de doscientas publicaciones entre libros, artículos y capítulos son referencia obligada en las bibliografías de asignaturas universitarias, lecturas interesadas o viajes de placer a multitud de catedrales, monasterios, conventos, conjuntos monumentales, plazas mayores, palacios, arquitecturas del hierro, flotantes o postales, además de otras tipologías de edificios históricos -especialmente los del siglo XIX- tanto españoles como latinoamericanos. Una obra que le permitió obtener el más alto reconocimiento dentro de la profesión y el ingreso en instituciones como la Real Academia de las Bellas Artes de San Fernando, la Hispanic Society of America de Nueva York o ser nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad de Coimbra, entre otras distinciones.

Catedrático de Historia del Arte de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid desde el año 1978, su docencia se extendió además a innumerables congresos, cursos, seminarios o conferencias organizados por diferentes instituciones nacionales e internacionales. Este último apartado de su quehacer le vinculó de manera muy estrecha a la ciudad de Ávila a través de la organización de las 46 ediciones de los cursos que bajo la denominación de Lecciones de Arquitectura Española o Medievalismo y Neomedievalismo en la Arquitectura Española se desarrollaron cada primavera y otoño entre 1987 y 2013.

Sin duda, durante esas dos décadas y media largas tuvo lugar una de las más importantes actividades de extensión universitaria de la disciplina, aunando las clases teóricas impartidas por los mejores especialistas nacionales y europeos con las salidas de campo a los monumentos objeto de estudio, disfrutadas por varios miles de estudiantes. Al frente de todo ello estuvo un grupo excepcional, encabezado por Pedro Navascués, José Luis Gutiérrez Robledo y Fernando Chueca Goitia, en torno a quienes se agruparon buen número de profesores y especialistas conformando el que en la profesión se ha conocido como el Grupo de Ávila.

También en nuestra ciudad, al igual que lo hizo en otros muchos lugares, y junto con Gutiérrez Robledo -a quien dirigió su tesis doctoral-, se involucró en la defensa del patrimonio, muy especialmente en el triste episodio de la reordenación del ábside catedralicio. Del mismo modo, se ocupó en sus textos de edificios como la propia Catedral. A día de hoy, casi dos décadas después de su publicación, su capítulo dedicado a ella en el catálogo de la exposición Las Edades del Hombre (2004) sigue siendo, a mi juicio, la síntesis más brillante acerca de su proceso constructivo. Asimismo, se ocupó también del convento de Santo Tomás, equiparándolo a los más importantes de España.

Esta estrecha vinculación con el patrimonio y la cultura abulense se avivó con su ingreso como Miembro de Número de la Sección de Arte de la Institución Gran Duque de Alba. En ella colaboró aportando buen número de informes o resolviendo consultas, a lo que se ha de sumar un estudio -que muy pronto será publicado-, dedicado a una maqueta de la cabecera de la catedral, conservada en diferentes periodos en el Museo Arqueológico Nacional y en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid. Igualmente, siempre mostró un profundo interés por las nuevas investigaciones sobre temas abulenses, lo que se plasmó en su participación como presidente de varios tribunales de tesis doctorales -entre ellos tengo el honor de que presidiese el de la mía.

En fin, una personalidad marcada por el profundo saber; por la distinción, entendida según las acepciones quinta y sexta de nuestro diccionario: "Buen orden, claridad y precisión en algo. Elevación sobre lo vulgar, especialmente en elegancia y buenas maneras". Y por una cordial cercanía que en el caso de Ávila partió de lazos familiares y se manifestó de manera amplia por medio de su amistad con colegas de las secciones de arte e historia de la Institución Gran Duque de Alba, de su proximidad a la asociación cultural Ávila Abierta, o por medio de su relación con buen número de abulenses.