No veo motivos para tanta euforia porque a menos de un año de las elecciones autonómicas previstas en Castilla y León para el 15 de junio de 2026, ya se pueden intuir las líneas maestras del tablero político. La predicción que sigue no nace de una encuesta aislada ni de la intuición, sino del análisis conjunto de todos los resultados obtenidos por los distintos partidos en la comunidad en las últimas citas con las urnas: las autonómicas de 2022, las generales de 2023 y 2024, y las europeas de 2024. El comportamiento electoral castellano y leonés es lo bastante estable como para permitir una proyección con fundamento. El Partido Popular sigue siendo el referente dominante. Sumando sus rendimientos en las generales y en las europeas y corrigiendo por la participación habitual en unas autonómicas, el PP podría rondar el 37 % de los votos, lo que se traduciría en unos 36 escaños de los 81 del Parlamento regional. Es un porcentaje que consolidaría su hegemonía en las provincias del sur y el oeste y reforzaría su control sobre las capitales más pobladas. El PSOE, por su parte, mantiene una base sólida pero insuficiente para disputarle la victoria al PP. Si se proyectan sus resultados recientes, los socialistas podrían alcanzar el 30 % de los sufragios y alrededor de 28 escaños. Su fuerza sigue concentrada en áreas urbanas y en algunos núcleos industriales, mientras que el voto rural continúa siendo terreno casi exclusivo del PP. Vox conserva una posición de tercer actor imprescindible. En las generales y europeas ha mantenido un nivel estable de apoyo, en torno al 15 %, lo que le aseguraría una docena de escaños y, previsiblemente, la llave de cualquier gobierno conservador. Ni sube ni baja de forma significativa, pero resiste. La izquierda a la izquierda del PSOE —Sumar, Podemos, Izquierda Unida— apenas logra romper el techo del 5 %. Su fragmentación y la penalización que el sistema D’Hondt impone en las provincias menos pobladas les deja con uno o dos escaños, quizá tres si concentran el voto en Valladolid o Burgos. Entre las formaciones provinciales, la Unión del Pueblo Leonés seguiría siendo el único actor con peso real, capaz de retener tres procuradores y alrededor del 3 % del voto autonómico. El resto de candidaturas locales tendrían una presencia testimonial. Con estos datos, la fotografía más probable sería la de un Parlamento formado por 36 procuradores del PP, 28 del PSOE, 12 de Vox, 2 de Sumar o Podemos e IU y 3 de la UPL y otros grupos menores. En conjunto, el bloque de la derecha sumaría 48 escaños, una mayoría absoluta clara que permitiría al PP gobernar con o sin acuerdo formal con Vox. La política siempre reserva sorpresas, y medio año da para mucho. Pero si algo muestran los resultados de todas las elecciones celebradas en Castilla y León desde 2022 es la notable estabilidad del voto. Todo indica que la comunidad seguirá moviéndose dentro del mismo marco que la ha definido durante décadas: un centro-derecha sólido, una izquierda resistente pero en retroceso y un voto provincialista que, sin cambiar el signo general, sigue recordando que Castilla y León es más un conjunto de provincias que una región uniforme.

Morrochoto, la diferencia es que Ayuso ha dicho una verdad como un templo del desvergonzado de Don Teflón y todos vosotros que sois sus mamporreros.

Es difícil contarlos. Pero en esa foto no hay 350 personas y puede que no lleguen a 150.