El Real Madrid volvió a teñir de blanco el clásico. En una noche de emociones, intensidad y contrastes, el equipo de Xabi Alonso venció 2-1 al Barcelona en el Santiago Bernabéu, en un partido que refuerza su liderato en LaLiga y marca un punto de inflexión en la rivalidad más grande del fútbol español.

Desde el pitido inicial, el conjunto madridista impuso su ley. Con un primer tiempo eléctrico, el Real Madrid desarmó al Barcelona a base de presión, ritmo y verticalidad. Kylian Mbappé, omnipresente en todas las acciones ofensivas, fue el detonante de un vendaval que desarboló a la defensa azulgrana. A su lado, Jude Bellingham volvió a mostrar su jerarquía, mientras que Vinícius agitaba el ataque con su desborde constante.

El primer aviso serio llegó pronto: un gol anulado a Mbappé por fuera de juego milimétrico y un penalti corregido por el VAR que mantenían con vida al Barça. Pero la sensación era clara: el Real Madrid dominaba todos los duelos. El gol no tardó en llegar. Una acción tejida por Bellingham culminó con un pase preciso al desmarque de Mbappé, que definió con clase ante Szczesny para firmar el 1-0.

El Barcelona, lejos de reaccionar, se desangraba entre errores y pérdidas. Solo Ferran Torres y Fermín López aportaban chispa en un conjunto atenazado por la presión rival. Aun así, el fútbol, caprichoso, le regaló el empate: un error de Arda Güler en la salida permitió a Fermín marcar un golazo que silenció el Bernabéu.

El Madrid, herido pero no roto, respondió antes del descanso. Una internada de Vinícius terminó en un centro preciso al segundo palo, donde Militao asistió a Bellingham para el 2-1. El estadio explotó.

En el segundo acto, el guion cambió. El Barça adelantó líneas, Pedri tomó el mando y Lamine Yamal buscó desequilibrar, pero se topó con una defensa sólida. El penalti errado por Mbappé ante Szczesny mantuvo la incertidumbre, aunque los de Alonso gestionaron el final con oficio, cerrando espacios y resistiendo los ataques azulgranas.

El pitido final certificó algo más que una victoria: el cambio de tendencia en los clásicos recientes. Con Mbappé como bandera y un equipo comprometido, el Real Madrid dio un golpe de autoridad que asienta su dominio en LaLiga y despeja dudas sobre su madurez en las grandes citas.