Patrimonio de San García de Ingelmos: Iglesia de San Fabián y San Sebastián

Julio Darío Martín García, Catedrático de Historia, Licenciado y Doctor en Pedagogía por la Universidad Complutense de Madrid

imagen
Patrimonio de San García de Ingelmos: Iglesia de San Fabián y San Sebastián
Julio Darío Martín
Lectura estimada: 8 min.

 

La Iglesia Parroquial de la localidad, dedicada a San  Fabián y San Sebastián, data del Siglo XII. Se ha dicho que San García de Ingelmos es el último pueblo de la Moraña. La estructura  exterior es románica. Las iglesias  morañegas, en su gran mayoría,  levantadas por los mudéjares, emplean  materiales baratos, como  el ladrillo, el tapial y el adobe. En cambio, las Iglesias de la zona sur, por su proximidad a la Sierra, donde abunda la piedra, emplean este material. Por tanto, parece lógico que la iglesia se construya  por maestros cristianos y no por mudéjares.

En el exterior presenta tres cuerpos claramente diferenciados: Una sola nave, un presbiterio o cabecera de mayor altura y una sacristía. Todo el exterior se caracteriza por una gran sobriedad. Un atrio, sustentado en cinco columnas con capiteles que nos recuerdan el estilo dórico, protege la Portada. Esta es muy sencilla. Un arco de medio punto y seis  finas arquivoltas con variada  decoración geométrica. Las pilastras o jambas se adornan en su fuste con bellas estrellas. 

El tímpano es liso enmarcado por una franja también con decoración geométrica. La portada en su conjunto destaca por su elegante sencillez. Esta decoración sí pudiera tener alguna influencia mudéjar. Las paredes de la sacristía muestran dos pequeñas ventanas adinteladas. Algo similar vemos en la nave, aunque aquí lucen tres ventanas.  La cabecera exhibe una ventana  rectangular de más dimensiones con arco de medio punto. 

El interior del templo, en consonancia con los cánones religiosos del románico, invita con su carencia de luz, al recogimiento, la meditación y la oración. La torre de espadaña, también de sillar, se yergue sobre dos cuerpos, de menor tamaño el superior, donde se abren dos  vanos rectangulares de medio punto para las campanas.

El interior muestra también sillería de granito con presbiterio rectangular y una nave comunicada con arco de medio punto de intradós cajeado, típico del siglo XVI. La techumbre de madera presta a la iglesia un nivel de primera categoría. Es una obra maestra del estilo mudéjar, similar a algunas de las iglesias de la Moraña.

Pero no solo en esta comarca, en toda la provincia de Ávila  y en las provincias limítrofes se alzan, aunque en menor número, techumbres mudéjares de madera. En Salamanca, concretamente, según Belén García Figuerola: 'Techumbres mudéjares salmantinas' , hay 54 localidades y Salamanca capital cuenta con 13 de estas techumbres. Gracias a la política de repoblación forestal  de los Reyes Católicos, con la implantación, principalmente, de pinos de rápido crecimiento, hubo madera suficiente para el desafío constructivo mudéjar. 

Y es que, según Ángel García Barrios, en el Siglo XIV, las regiones central y meridional de la meseta  norte estaban, todavía, cubiertas de una masa forestal de pinos, robledales y montes de encinas. Pero, ya a fines de este mismo siglo y, sobre todo, del XV, se inicia un proceso de deforestación con la tala y quema de bosques  para roturar nuevas tierras destinadas a la agricultura y  la ganadería. Había que alimentar el incremento de la población y dar paso al pastoreo trashumante. La citada repoblación forestal posibilitó la construcción de alrededor de 300 techumbres de madera en iglesias y ermitas de Ávila, la mayoría en el siglo XVI. María Fernández Shaw Toda: 'Carpintería de lo Blanco en la Provincia de Ávila', lleva a cabo, en esta obra, un profundo análisis del tema.

La tipología de estas techumbres puede ser plana, de armadura de par y nudillo y ochavadas u octogonales. Entre las 220 armaduras de par y nudillo, habidas en la provincia, destaca la de la nave de San García de Ingelmos, que está, además, entre las 79 con dos  faldones y las pocas apeinazadas. Según la doctora Fernández, en la zona sur de Ávila, se encuentran tres de las más interesantes techumbres: San García de Ingelmos, Muñoco y Villatoro. En Salamanca, en Macotera, a unos 20 Kilómetros de san García, tenemos el llamado 'Cielo mudéjar de Macotera', con 26 metros de longitud, armadura de par y nudillo de dos faldones, obra cumbre mudéjar.   

Entre otras de las características de San García, destaca que toda la iglesia está cubierta de armadura mudéjar, tres armaduras distintas, la nave con armadura de par y nudillo de dos faldones,  el presbiterio con armadura de par y nudillo, ochavada de 8 faldones  y la capilla, la más sencilla, plana o de alfarges. Es una singularidad realmente extraordinaria, excepcional, que pocas iglesias pueden ostentar. La cubierta primitiva se arruinó y sabemos la fecha exacta de su reconstrucción por la inscripción existente  en una losa  de la sacristía. "Está  obra se acabó siendo cura párroco Núñez en 1575". Siguiendo al gran maestro descubridor del mudéjar,  Manuel Gómez Moreno: 'Ávila Monumental', tenemos:

NAVE. Medidas: 15,80 x 7,50. Altura: 10,50 metros. Armadura,  de par y nudillo con dos faldones, apeinazada. Dos dobles tirantes y 2 sencillos. El almizate presenta lazo de ocho en dos filas longitudinales formando crucetas. Los faldones y el almizate  presentan  el  saetino de dientes de sierra en blanco y negro. Las riostras como elemento de sujeción y refuerzo en los faldones se combinan y alternan con bandas de labor de menado.

PRESBITERIO: Medidas: 9,80 x 7,50. Altura: 14 metros. Armadura de par y nudillo de limas ochavadas, con limas moamares con arrocabes, con doble tirante sobre cuadrantes en los ángulos. Piñas enfrentadas en los arrocabes. Saetino de dientes de sierra.

No se ha citado la palabra 'Artesonado' mudéjar porque es un término muy discutido. Amador de los Ríos, en 1859, en su discurso de entrada en la Academia de Bellas Artes, empleó el léxico de artesonado mudéjar. Se ha hecho enormemente popular, pero los grandes especialistas tienden a matizarlo y algunos a erradicarlo. Pero, con exiguo éxito.

El embaldosado de la iglesia se llevó a cabo en 1763 por los arquitectos: Cristóbal Domínguez, Juan Pérez de Peñaranda y Manuel Martín Labrador, según Alfonso Vicente, en 'Documentos sobre Arte y Artistas de Ávila (1630 – 1814)'.

RETABLO MAYOR. A pesar de la penuria económica que asoló al país en el Siglo XVII, los retablos barracos conocieron una edad dorada, de modo similar a lo que aconteció en el ámbito de las letras. Como ejemplo, tenemos que en la zona norte de la Sierra de Gredos, en el valle del Corneja, en 26 pueblos, en torno a  Piedrahita y Barco de Ávila, tierra limítrofe con Rioalmar, se alzaron entre Iglesias y ermitas 74 retablos  barrocos, según María de la Vega Gómez González, en 'Retablos Barrocos en el Valle del Corneja'.

El retablo de San García se debe, probablemente, al tallista y ensamblador Miguel Martínez de Quintana, muy activo en esta zona. Dedicado a los patronos de la Iglesia, consta de predela, un cuerpo, ático  y tres calles. Estas se hallan enmarcadas por columnas clásicas enriquecidas con grutescos  en sus fustes y elegantes ménsulas. Los fustes y las ménsulas de la calle central se adornan con cabezas.  En la calle central del banco, tenemos el Sagrario, enmarcado por dos columnas en ambos lados, con grutescos en los fustes, bajo un arco de medio punto, otro superior rebajado, y un casi triangulo con venera y piña. En los paneles laterales reina una exuberante decoración a  candalieri típica   del barroco. Decoración que, en menor escala, se observa en todo el retablo. Es el temido 'horror vacui', horror al vacío. Así vemos una complicada red de hojas de acanto, cintas, ovas, zarcillos, roleos de curvas y contracurvas.

En la parte superior del cuerpo, encontramos en una hornacina de medio punto, con pilastras con ángeles y coronada por un arco con rica chambrana de venera, las tallas del papa San Fabián, con su manto rojo y la del centurión San Sebastián, presentado con la clásica imagen de un joven Apolo atado a un árbol donde será asaetado. Ambos del siglo III, martirizados por los emperadores romanos Decio y Diocleciano, respectivamente. Al lado derecho, contemplamos  la figura de una Santa y, al izquierdo, la Virgen con el Niño, con ampulosos ropajes, en hornacinas con venera y un segundo arco con cabeza de ángel en el centro y una rocalla  rematada con corona.

El segundo cuerpo separado por un friso mixtilíneo, muestra un Cristo crucificado bajo un grandioso arco, también mixtilíneo, con puntas de diamante. En los laterales dos  figuras de ángeles y profusa decoración geométrica. Todo el conjunto enmarcado por un arco rebajado y un tercero, más pequeño, mixtilíneo, coronado  por la citada rocalla, con un león en cada lado.

RETABLO LATERAL DERECHO: Barroco, dedicado, también, a San Fabián y San Sebastián, destaca por sus bellas pinturas, con influencias de la escuela tenebrista. Cuenta con  predela o banco, de menor anchura, dos cuerpos, un pequeño ático con dos arcos semicirculares, tres calles y dos entrecalles. Los  dos cuerpos se hallan protegidos  por una polsera o guardapolvo, con profusa ornamentación. 

La tipología de este retablo, recientemente restaurado, pertenece a los llamados didácticos  por los variados pasajes evangélicos representados, que servían para adoctrinar a un pueblo religioso, pero iletrado en su mayoría. En el primer cuerpo, en la calle central, figuran San Fabián y San Sebastián. Mientras el primero lleva la vestimenta adecuada a su cargo, el segundo presenta la singularidad de unos ropajes característicos de  la nobleza del XVII. Las figuras de ambos santos y las de todos los paneles de las cinco calles están enmarcadas por columnas y pilastras abalaustradas con decoración muy compleja, tanto geométrica como ataurique o vegetal y cabezas de ángeles. Destaca, de manera particular, la ornamentación que flanquea el Sagrario.

Su portada alberga un nido de águila alimentando a dos polluelos. En la simbología cristiana, según los biblistas, el Águila es una metáfora de la iluminación de Jesús y la Eucaristía es el óptimo alimento de la Cristiandad. Entre los pasajes evangélicos tenemos en la  primera calle, en el primer cuerpo, el Nacimiento con las figuras de la Virgen y San José, con el contraste de sus mantos rojo y azul, en actitud de adoración y cabeza nimbada, guardando, una perfecta simetría con el Niño en medio. En el segundo cuerpo, vemos el  Entierro de Jesús, en un primer plano dramático, con el cuerpo de frente,  cabeza y piernas en giros opuestos, bajo la reverencial mirada de  las tres Marías. En un segundo plano, lejano, dos figuras que podrían ser las de Nicodemo y José de Arimatea. En la calle central del segundo cuerpo, contemplamos un Calvario, con un Cristo  muy estilizado, acompañado por la Virgen y San Juan Evangelista. En la calle quinta del primer cuerpo, asistimos a la Presentación del Niño en el Templo, con el  anciano Simeón arrodillado, barbado, contrastando su manto rojo con el azul de la virgen. En el Cuerpo superior brilla radiante un Jesús resucitado, ante el asombro de un esbirro en posición desequilibrada y otros dos en el suelo.

En los casetones de la predela  y en las entrecalles vemos un variado santoral.

En el ático, la figura del Padre Eterno, en actitud de bendecir.

Hay un tercer pequeño Retablo barroco, dedicado a la Virgen. Consta en el primer cuerpo de 4  columnas  salomónicas, ornamentadas  sus ménsulas con una cabeza de ángel. En el segundo cuerpo contemplamos  dos estípites barrocos,  que son  pilastras troncopiramidales invertidas, flanqueando la imagen de El Espíritu Santo, simbolizado por la Paloma y circunvalado por cabezas de ángeles. Ángeles  que circunvalan  también a la Virgen. En la cima una original rocalla. 

Finalmente, ponemos en valor la colaboración de Javier Caballero Muñoz, muy vinculado al pueblo por parte materna.

 

0 Comentarios

* Los comentarios sin iniciar sesión estarán a la espera de aprobación
Mobile App
X

Descarga la app de Grupo Tribuna

y estarás más cerca de toda nuestra actualidad.

Mobile App