Los Thunder conquistan su primer anillo ante unos Pacers quebrados por la lesión de Haliburton

Con una defensa histórica y el liderazgo de Shai Gilgeous-Alexander, Oklahoma City venció 103-91 a un rival valiente pese al golpe inicial

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Los Thunder conquistan su primer anillo ante unos Pacers quebrados por la lesión de Haliburton
Los nuevos campones de la NBA
El autor esTeresa Sánchez
Teresa Sánchez
Lectura estimada: 2 min.

La historia cambió para siempre este domingo en Oklahoma City. Los Thunder levantaron por fin su primer trofeo Larry O’Brien desde que la franquicia se mudó de Seattle, donde conquistaron su único título en 1979 como los SuperSonics. Con un ambiente ensordecedor en el Paycom Center y ante una ciudad entera que vibró con cada jugada, Oklahoma superó a los Indiana Pacers 103-91 en el séptimo partido de unas Finales que lo tuvieron todo… incluso una tragedia.

El partido quedó marcado desde el primer cuarto por un momento tan sobrecogedor como determinante: la lesión de Tyrese Haliburton. La estrella de Indiana, que ya había llegado a las Finales tocado del gemelo derecho, cayó al suelo tras una jugada sin contacto mientras fintaba ante Shai Gilgeous-Alexander. El grito, la caída y la reacción inmediata de sus compañeros presagiaban lo peor. A los 4:55 del primer cuarto, el sueño de los Pacers se resquebrajaba.

Aunque Haliburton se retiró con una toalla en el rostro y sin apoyar la pierna, Indiana no se rindió. Como durante toda la postemporada, el equipo de Rick Carlisle apeló al corazón y la épica. Liderados por Pascal Siakam, Bennedict Mathurin (24 puntos, 13 rebotes) y un T.J. McConnell incansable, los Pacers llegaron al descanso con ventaja mínima (48-47) tras una primera mitad en la que Oklahoma falló desde el perímetro (4 de 18) y pareció atenazado por la presión.

Pero en el tercer cuarto se impuso la lógica, el talento y la defensa asfixiante que ha sido sello de los Thunder durante toda la temporada.

Con un parcial de 34-20 en ese periodo, Oklahoma rompió el partido. El trío estelar volvió a responder: Shai Gilgeous-Alexander (29 puntos, 12 asistencias, 5 rebotes), Jalen Williams (20 puntos) y Chet Holmgren (18 puntos, 8 rebotes, 5 tapones) llevaron al equipo a un dominio incontestable. La defensa fue descomunal: 14 robos, 8 tapones y 23 pérdidas provocadas que se tradujeron en 32 puntos.

Caruso, Dort, Wiggins, Wallace y compañía también aportaron desde las sombras en un equipo insultantemente joven, versátil y construido con visión a largo plazo por Sam Presti, cuyo plan de reconstrucción culmina hoy con un anillo... y un arsenal de picks para el futuro.

El MVP de las Finales fue, cómo no, Shai Gilgeous-Alexander, que ya había conquistado el de la temporada regular y ahora cierra un curso glorioso (68-14, el mejor récord de la liga) con el máximo premio colectivo.

Indiana, por su parte, cayó con honor. Sin Haliburton y en el escenario más difícil, nunca se entregaron. Su propuesta ultraofensiva, su carácter de película y su camino hasta estas Finales quedarán como uno de los relatos más vibrantes de los últimos años.

Pero esta vez, la gloria fue para los Thunder. Un título para una nueva era. Y quizá, solo el principio de una dinastía.

 

 

 

 

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