La selección española femenina firmó otra noche histórica en Madrid. Con un fútbol elegante y contundente, el equipo dirigido por Sonia Bermúdez derrotó a Alemania por 3–0 en el Metropolitano y se proclamó campeona de la Liga de Naciones por segunda ocasión en solo dos ediciones del torneo.

España llegó al duelo decisivo tras el empate sin goles en Kaiserslautern, pero el planteamiento de Bermúdez —con Vicky López ocupando el lugar de la lesionada Aitana Bonmatí— transformó por completo la imagen del equipo. Desde el primer minuto se percibió que el partido iba a tener un ritmo distinto. El césped rápido y la presión menos intensa de Alemania permitieron a las españolas desplegar su fútbol combinativo.

Empujada por los 55.843 aficionados que llenaron las gradas, la Roja encendió el ambiente con ocasiones tempranas. Claudia Pina rozó el gol tras un pase filtrado de Esther González y, poco después, Alexia Putellas obligó a la guardameta Ann-Katrin Berger a intervenir en un cabezazo desde el punto de penalti. Las alemanas trataron de responder con transiciones rápidas, como un disparo lejano de Franziska Kett, pero el dominio era claramente español.

Las bandas fueron el arma letal de las locales. Mariona Caldentey alternó entre generadora y rematadora: primero asistiendo, luego probando desde la frontal y finalmente obligando a Berger a lucirse en varias intervenciones. A pesar de no encontrar el gol en la primera mitad, España transmitía una sensación de control absoluto.

Tras el descanso llegó el vendaval. En apenas doce minutos España liquidó la final. A los 60’, Claudia Pina abrió el marcador con un disparo seco tras una brillante pared con Mariona, quien la habilitó con una delicada pisada. El Estadio Metropolitano estalló.

Siete minutos más tarde, fue el turno de Vicky López. La joven atacante encaró desde la derecha, encontró espacio en diagonal y firmó un gol exquisito con un disparo curvado imposible para Berger. Un tanto de extrema pura, que confirmó el momento de madurez futbolística de la jugadora.

El golpe definitivo llegó en el 73’. Una mala entrega alemana fue interceptada por Pina, que lanzó la contra y culminó la jugada con un remate potente desde la izquierda. Segundo gol para ella y cierre definitivo al título.

Los últimos minutos fueron puro disfrute: ovaciones a las protagonistas, "olés" desde la grada y una sensación de ilusión colectiva que se ha convertido en seña de identidad de la selección femenina. España no solo ganó: dominó, convenció y reafirmó su estatus como potencia mundial. Con dos títulos consecutivos de la Liga de Naciones, la Roja sigue escribiendo una era dorada.