Ávila vivió este domingo una jornada marcada por la fe y la tradición con la celebración de la solemnidad del Corpus Christi, una de las festividades más importantes del calendario litúrgico católico. La ciudad se engalanó para acoger la tradicional procesión que recorrió el casco histórico, congregando a cientos de fieles y visitantes.

La jornada comenzó a las 11:00 horas en la catedral de Ávila, donde el obispo de la diócesis, Jesús Rico, ofició la misa solemne. La ceremonia religiosa contó con una gran afluencia de público, incluyendo numerosos niños que este año han recibido su primera comunión. El Obispado había animado a las parroquias y familias a facilitar su asistencia, convirtiendo la celebración en un momento especialmente significativo para ellos.

Tras la misa, alrededor de las 12:20 horas, dio inicio la esperada procesión. El Santísimo Sacramento, custodiado en la emblemática custodia de plata del siglo XVI, obra del orfebre Juan de Arfe, fue el protagonista indiscutible del recorrido.

La comitiva partió de la catedral por la puerta de los apóstoles, adentrándose en las calles del casco histórico por el arco de la Catedral, calle de San Segundo, plaza de Santa Teresa (con vuelta completa), arco del Alcázar, plaza de Adolfo Suárez, calle Don Gerónimo, plaza de José Tomé, plaza del Teniente Arévalo, calle Cardenal Pla y Deniel, plaza de Pedro Dávila, calle Caballeros, plaza del Mercado Chico, plaza de Zurraquín, calle Tomás Luis de Victoria, finalizando en la plaza de la Catedral por la fachada norte. Allí, se impartió la bendición final con el Santísimo Sacramento.

Los niños de comunión, acompañados por sus catequistas, participaron activamente en la procesión. La organización solicitó a los padres que no se incorporaran directamente al recorrido, con el objetivo de garantizar el buen desarrollo del acto y evitar distracciones, pero esa solicitud no tuvo el éxito deseado.

Uno de los aspectos más destacados de la procesión fueron los cuatro altares elaborados por distintas cofradías de la ciudad. Cada uno rindió un homenaje especial a Cristo Sacramentado. La Archicofradía de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli montó su altar en el Arco del Alcázar, mientras que el Ilustre Patronato de la Santa Vera Cruz dispuso su altar frente a la iglesia de San Ignacio, en la plaza Teniente Arévalo, con el paso de la Santa Cena. La Hermandad de Nazarenos Jesús Redentor ante Caifás y Nuestra Señora de la Estrella se encargó del altar en la Plaza de Pedro Dávila. Tras la iglesia de San Juan, la Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza dispuso su altar, donde los jóvenes de la hermandad crearon una espectacular alfombra de sal con motivos eucarísticos, en el marco del Año Jubilar de la Esperanza.

Además de los altares, se realizaron tres estaciones de adoración eucarística: la primera en la plaza de Santa Teresa, la segunda en el Mercado Chico y la tercera en la plaza de la Catedral, donde se impartió la bendición final.

La ciudad de Ávila demostró una vez más su fervor religioso y su compromiso con las tradiciones, ofreciendo una emotiva celebración del Corpus Christi.