El expediente también aborda el desarrollo histórico de la ganadería brava en Castilla y León, señalando la influencia de la tradición monástica en la creación de grandes fincas. En este recorrido se citan territorios con una arraigada tradición ganadera como Salamanca, Valladolid y Ávila, provincia esta última donde la actividad ganadera y los festejos populares han contribuido históricamente a mantener vivas las técnicas vinculadas a la doma vaquera.
Destaca igualmente el caso de Valdellán, en la provincia de León, donde se conserva la única ganadería de reses bravas de este territorio, así como Raso de Portillo, en Valladolid, considerada la ganadería brava más antigua de España.
En la actualidad, el campo charro se erige como el principal núcleo de la cría del toro bravo, con 152 ganaderías en la provincia de Salamanca, consolidando a esta zona como referente nacional, aunque la ganadería brava también tiene presencia en provincias como Ávila, según recoge el expediente.
La doma vaquera mantiene además una estrecha vinculación con los encierros tradicionales, presentes en numerosas localidades de la Comunidad, incluidas varias de la provincia de Ávila, así como el Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo, La Saca de Soria o los Encierros de Cuéllar, donde los caballos desempeñan un papel esencial en el control y conducción de las reses.
A esta dimensión cultural se suma su vertiente deportiva, estructurada en tres disciplinas regladas bajo la supervisión de la Real Federación Hípica Española. El primer Campeonato de España de Acoso y Derribo, celebrado en Salamanca en 1970, marcó un hito en la proyección competitiva de esta práctica, consolidando a Castilla y León como escenario clave para su desarrollo.
El reconocimiento propuesto también abarca los elementos materiales asociados, como la indumentaria tradicional de los jinetes, y a una comunidad portadora amplia, integrada por ganaderos, jinetes, pastores, veterinarios, artesanos y entidades organizadoras de concursos y festejos, también presentes en Ávila.
La transmisión de la doma vaquera sigue produciéndose principalmente a través de la experiencia directa, en el contacto cotidiano entre jinete y caballo, aunque el expediente destaca igualmente el papel de las escuelas de equitación y de la formación reglada impartida por las federaciones hípicas para garantizar su continuidad, según informa EFE.









