El Real Madrid confirmó este miércoles su dominio en la Liga Endesa al proclamarse campeón con una tercera victoria consecutiva ante un Valencia Basket que, pese a su combatividad, se diluyó en la segunda parte. El conjunto de Chus Mateo cerró así la serie final por un contundente 3-0, levantando su primer título de la temporada con una actuación coral, sólida y sin fisuras.

En una Fonteta repleta y teñida de naranja para una noche cargada de emotividad -posiblemente la última en el pabellón antes del traslado al Roig Arena-, el equipo local intentó sostenerse con el apoyo de su afición, pero no fue suficiente ante el despliegue táctico y físico del equipo madridista.

Facundo Campazzo manejó con maestría los tiempos del partido, mientras Sergio Llull y Mario Hezonja aportaron los puntos en los momentos clave. En defensa, los interiores Bruno Fernando y Walter Tavares impusieron su ley en la pintura con una exhibición de tapones (hasta nueve entre ambos), anulando gran parte de los ataques locales.

El arranque fue favorable a los visitantes, que aprovecharon la falta de puntería del Valencia en el tiro exterior (solo 2 de 12 triples en los primeros minutos) para tomar la iniciativa. Sin embargo, una falta antideportiva de Llull y una técnica a Garuba reavivaron al público y dieron oxígeno al conjunto de Pedro Martínez, que logró remontar y llegar al descanso con ventaja gracias a un triple sobre la bocina de Xabi López-Arostegui (40-39).

Pero tras el entretiempo, el Madrid no dejó lugar a dudas. Con un parcial demoledor de 0-15, el equipo blanco se adueñó del partido ante un rival que perdió claridad ofensiva, especialmente en las decisiones de Jean Montero. Ni los tiempos muertos ni las protestas de Martínez (sancionado con una técnica) lograron frenar la avalancha madridista.

El último cuarto comenzó con once puntos de ventaja para los visitantes. Aunque Joel Soriano dio un último impulso al Valencia bajo los aros, los blancos supieron resistir, cerraron su aro con tapones claves y aprovecharon la falta de acierto exterior del rival para sentenciar el duelo.

Con autoridad, inteligencia y una plantilla profunda, el Real Madrid levantó un nuevo trofeo y celebró en una Fonteta teñida de emoción, pero esta vez sin premio para el anfitrión.