carta del director

Una crisis energética inadmisible en la España del siglo XXI

La crisis energética sufrida esta semana en España ha sido, sin lugar a dudas, un episodio insólito y alarmante. Apagones prolongados, caídas abruptas en el suministro eléctrico y descoordinación institucional han golpeado a miles de ciudadanos y empresas en todo el país. Esta situación, más propia de sistemas energéticos frágiles o en desarrollo, resulta inaceptable en un país moderno, miembro de la Unión Europea y con una infraestructura que se presume robusta.

El Gobierno ha ofrecido explicaciones técnicas que, aunque necesarias, no resultan suficientes. Se ha hablado de una concatenación de fallos en la red de transporte, de una sobrecarga en momentos de alta demanda, incluso de la dependencia energética exterior en determinados puntos críticos. Pero la ciudadanía necesita más que tecnicismos: exige claridad, transparencia y, sobre todo, responsabilidad política. ¿Qué ha fallado realmente? ¿Por qué no se anticipó este escenario? ¿Quién debe asumir las consecuencias?

La oposición, por su parte, ha cargado con dureza contra la gestión del Ejecutivo, acusándolo de improvisación y falta de previsión. Si bien el ejercicio de fiscalización es legítimo y necesario, también es el momento de buscar soluciones conjuntas. La energía no puede ser rehén del enfrentamiento político, especialmente cuando está en juego el bienestar de millones de hogares y el funcionamiento de sectores estratégicos.

Esta crisis no puede cerrarse con una rueda de prensa ni con un informe técnico limitado. Es imprescindible una investigación profunda, independiente y con conclusiones públicas. Solo así se podrá recuperar la confianza ciudadana. Porque en un país como España, que lidera proyectos de transición energética y presume de su capacidad tecnológica, no puede permitirse apagones sin una explicación clara.

Exigimos responsabilidades y compromisos firmes para que algo así no vuelva a suceder. España se merece un sistema energético del siglo XXI que esté a la altura de su gente, de sus empresas y de sus retos como nación moderna.