
El dilema de VOX en la Comunidad
La situación de VOX en Castilla y León está en una especie de encrucijada difícil de encajar. Por un lado, sus pactos con el Partido Popular parecen bien asentados y sin grandes turbulencias que amenacen con una ruptura. Por otro, su organización interna muestra síntomas de grietas que enseñan una estructura deslavazada. Hace muy poco se producía otro relevo en el equipo de la vicepresidencia de la Junta de Castilla y León con la salida de Jesús Enríquez Taúler, ex director general de Relaciones con la Sociedad Civil y comisionado de las víctimas del terrorismo. Su salida ha provocado una cascada de recolocaciones y nuevos nombramientos con la llegada de Álvaro Ramos-Catalina Ysasi, procedente del ECYL, y de Francisco-Javier Luis Jiménez como nuevo gerente de este organismo.
El departamento de Juan García-Gallardo ha sufrido demasiados movimientos en apenas dos años. Montserrat Lluís cesó también "a petición propia". Yesurún Moreno tan solo duró ocho meses después de llegar para sustituir a otra asesora, María José Pliego Taboada, que dimitió cuando llevaba menos de un año en el cargo. El vicepresidente tuvo que hacer otro movimiento en su gabinete de prensa con el fichaje de Vidal Arranz en sustitución de José Antonio Candel, que renunció para marcharse al gobierno de Murcia. Todo esto parece desprender un aroma de difícil convivencia laboral con el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, cabeza visible de su partido en la Comunidad y que contrasta, por ejemplo, con la moderación que muestran otros líderes como el presidente de las Cortes, Carlos Pollán, o la teniente de alcalde del Ayuntamiento de Valladolid, Irene Carvajal.
La encrucijada de VOX no solo es su vicepresidente, erigido como prácticamente el único altavoz distorsionador con sus manifestaciones públicas, sino también qué hacer para encauzar una estrategia de futuro. En pleno ecuador de su histórico pacto con el PP, su viabilidad política está en entredicho. Los populares han sabido y conseguido rearmarse y todos los trackings que manejan internamente apuntan en la dirección de una victoria bastante más plácida y holgada; su objetivo es evitar las dependencias que ha tenido en las últimas convocatorias, primero de la mano de Ciudadanos y ahora ligado a VOX.
Endurecer su mensaje no parece una buena estrategia. García-Gallardo es el abanderado de esta línea crítica cuando apuesta por un posicionamiento concreto en temas de actualidad: inmigración o maternidad se asoman a un balcón de la polémica que apenas tiene seguimiento entre sus siglas en la Comunidad. Lo que le está ocurriendo a VOX en Castilla y León puede ser un reflejo de lo que pasa en otros territorios con pactos idénticos y un desarrollo de los mismos prácticamente calcado. Aquí sí se aprecia una evidente táctica del PP a la hora de manejar situaciones donde el perfil más moderado le gana posiciones a los extremos. VOX puede que aguante electoralmente a duras penas, pero no crece y ese crecimiento se lo anota un Partido Popular que, en Castilla y León, tiene agotada a la oposición que lidera el PSOE y fagocitados a unos socios de gobierno que no saben cuál es el camino a seguir.