El español que tiene una ciudad en los Estados Unidos
Galveston es un condado y una ciudad en el Estado norteamericano de Texas, que debe su nombre desde 1780 a un español, Bernardo de Gálvez, que se destacó por su intervención, decisiva para obtener la independencia de los Estados Unidos de su metrópoli británica. Actualmente, la ciudad está hermanada con el municipio español donde nació Gálvez.
Bernardo de Gálvez y Madrid vino al mundo en Macharaviaya, Málaga, el 23 de julio de 1746. Hijo de Matías de Gálvez, que desde una familia humilde llegó a ser teniente general y virrey de Nueva España — territorio que incluye lo que actualmente es México y el suroeste de Estados Unidos —, en 1762, con 16 años, quiso seguir la estela militar paterna y se alistó voluntario, como cadete de infantería, en el ejército franco-español que luchaba contra Portugal y Gran Bretaña en la llamada Guerra de los Siete Años, que se desarrolló entre 1756 y 1763 y se saldó con la derrota de Francia y España.
Nuestro país entró en la fase final de la contienda en alianza con Francia, tras el Tercer Pacto de Familia suscrito en 1761 entre Carlos III y Luis XV, dos monarcas borbones unidos por lazos de sangre. En 1763, la Paz de París puso término a la conflagración, implicando que España cediera a Gran Bretaña la Florida; una relevante pérdida, pues confería a los británicos posiciones estratégicas que constituían una amenaza para el virreinato de Nueva España. Francia, a su vez, transfería a España la Luisiana.
La sensación de haber cerrado en falso y en duras condiciones el conflicto cristalizó en el joven Gálvez, que ya para toda su vida quedó con el sentimiento de humillación recibida y el anhelo de recuperar lo perdido de manos británicas. Tener un enemigo común le llevó a acercarse a los rebeldes norteamericanos que deseaban independizarse de la Corona de Gran Bretaña y formar un nuevo país.
En 1765, Gálvez viajó a México, donde su tío José de Gálvez, marqués de la Sonora, ocupaba los cargos de visitador general de Nueva España y ministro universal de las Indias. Participó en la campaña contra los apaches, adquiriendo un conocimiento de primera mano de ese pueblo. En estos enfrentamientos recibió sus primeras heridas.
Regresó a Europa en 1772, al Regimiento Royale Cantabre, en Pau (Francia), durante tres años en los que aprendió francés, idioma que un día le sería muy útil para su destino en Luisiana. En 1775 se incorporó al Regimiento de Infantería de Sevilla y participó en la expedición de Argel, a las órdenes de Alejandro O’Reilly, donde, herido de gravedad, resistió hasta cumplir la misión y fue ascendido a teniente coronel.
En 1776, el año en que el 4 de julio se proclamó la Independencia Norteamericana, el 22 de mayo, por recomendación de O’Reilly, Gálvez fue nombrado coronel del Regimiento de Infantería de Luisiana, con destino en Nueva Orleans. El gobernador de la provincia de Luisiana, Luis de Unzaga, comenzó a delegar en él tareas y en 1777 Gálvez sería definitivamente nombrado gobernador de Luisiana, tras la marcha de Unzaga a Venezuela.
Contando 32 años, conoció en esa tierra a quien se convertiría en su esposa, Felicitas de Saint-Maxent, una joven de 19 años, viuda de un francés, Jean-Baptiste Honoré, y madre de una niña. Procedía de una familia muy influyente del lugar y era hermana de Isabel, la mujer de Unzaga, lo que los convirtió en cuñados. Gálvez fundó nuevas localidades en Luisiana: Barataria, Galveston y Nueva Iberia, cediendo tierras para que se asentaran pobladores de los dominios británicos en Norteamérica, que huían del conflicto, e inmigrantes europeos y españoles, como canarios y malagueños. Fomentó también las relaciones con las comunidades indígenas, para atraerlos a la causa de España.
Con el apoyo del comerciante Oliver Pollock, uno de los financiadores principales de la Revolución Americana, y siguiendo la línea de Luis de Unzaga, de manera secreta Gálvez envió numerosos cargamentos, Mississippi arriba, con elementos fundamentales para las hostilidades, como armas, municiones, mantas y medicamentos para los independentistas, a los que auxilió en batallas decisivas como la de Saratoga.
El soberano español Carlos III, oficialmente neutral, evitaba un choque directo con la Corona británica, aunque veía la independencia de Estados Unidos como una forma de debilitar a la Inglaterra de Jorge III y obtener rédito de ello.
Cuando los británicos descubrieron la colaboración de España con la causa rebelde y la situación se hizo ya insostenible, España tácticamente declaró la guerra a Gran Bretaña, buscando recobrar los territorios perdidos años atrás. La confrontación se prolongó entre 1779 y 1783. Al luchar contra los españoles, dirigidos por Bernardo de Gálvez, los británicos distrajeron fuerzas que en caso contrario habían podido dedicar a someter a las Trece Colonias: esto fue fundamental para el éxito de la Independencia Norteamericana.
En 1779, Gálvez lanzó la ofensiva sin esperar refuerzos de La Habana, Capitanía General de la que dependía Luisiana. Reunió tropas formadas por españoles, colonos franceses, alemanes, libertos, esclavos y población indígena para capturar los puertos británicos en la parte baja del Mississippi. El 18 de agosto, cuando ultimaba la expedición, un huracán azotó Nueva Orleans y hundió los barcos que se encontraban en el río, armados para la campaña. Gálvez rescató algunos barcos y artillería del fondo de las aguas, consiguiendo tomar los fuertes Bute de Manchak y New Richmond de Baton Rouge, y dominando así la cuenca baja del Mississippi y su valle. Le valió el ascenso a mariscal de campo.
El 14 de enero de 1780 Gálvez emprendió la conquista de la plaza fuerte de Mobile, que junto con Pensacola eran las llaves del dominio británico en la Florida Occidental. Partió de Nueva Orleans con 800 hombres en doce embarcaciones, aunque según su cálculo necesitaba 4.000 para la empresa. Cuando en la bahía de Mobile varias encallaron, Gálvez reorganizó las tropas y, con ocho cañones salvados de la fragata El Volante, estableció una batería para dominar la entrada de la bahía, defendida por el fuerte Charlotte. Con los escasos medios de que disponía y ayuda de cuatro barcos llegados de La Habana con 500 hombres, logró ocupar el fuerte británico el 14 de marzo.
El siguiente objetivo era la conquista de Pensacola, capital de la Florida Occidental y sede del poder británico, por su gran valor estratégico y para la seguridad del comercio del virreinato de Nueva España, principal fuente de ingresos de la Corona en las Indias. Gálvez se embarcó en La Habana al mando de la expedición contra Pensacola el 16 de octubre de 1780. Un huracán dispersó los barcos y Gálvez debió abortar la operación. El 28 de febrero de 1781 zarpó de La Habana una nueva expedición contra Pensacola, con Gálvez a bordo del navío San Ramón. Integraban la flota 32 buques y 3.179 hombres, menos que en la anterior.
El 9 de marzo, desembarcaron en la isla de Santa Rosa, al este de la boca de la bahía de Pensacola, protegida por el fuerte británico Red Cliffs. El día 11, Gálvez dispuso la entrada en la bahía. Pero el navío San Ramón tocó fondo por el canal de acceso; por lo que debió regresar al punto de partida, con los demás buques.
Gálvez dispuso realizar un nuevo intento al día siguiente; sin embargo, los oficiales al mando de los buques de guerra se opusieron. A la espera de refuerzos, el 18 de marzo, Gálvez decidió forzar personalmente la entrada de la bahía, convencido de que esto induciría a los demás a seguirle.
Se embarcó solo en el bergantín Galveztown, yendo en pos de él dos lanchas cañoneras y una balandra, únicas embarcaciones bajo su mando exclusivo como gobernador de Luisiana. Cuando el Galveztown logró sortear el fuego del fuerte Red Cliffs y se adentró en la bahía, fue seguido de las demás naves.
Durante el largo sitio de la plaza, Gálvez resultó herido de gravedad en el vientre y la mano, aunque siguió dirigiendo las acciones. El 9 de mayo, tras casi dos meses, se rendía Pensacola. España recobraba la Florida Occidental.
Gálvez fue ascendido a teniente general y nombrado caballero pensionado de la Real Orden de Carlos III. El monarca decretó rebautizar la bahía de Pensacola como bahía de Santa María de Gálvez y que, para perpetuar la heroica acción con que Bernardo de Gálvez había forzado solo la entrada en la bahía, "pusiese por timbre en el escudo de sus armas el bergantín Galveztown con el mote Yo Solo". Fue nombrado gobernador y capitán general de Luisiana y la Florida Occidental, erigidas en provincias independientes de Cuba, y comandante en jefe del Ejército de Operaciones en América. En 1783, el rey le otorgó el título de conde de Gálvez.
Los combates entre metrópoli y colonias habían comenzado en abril de 1775, con George Washington como comandante en jefe del ejército norteamericano, y concluyeron con la firma del Tratado de París, suscrito entre ambos contendientes el 3 de septiembre de 1783, aunque no entrase en vigor hasta el 9 de abril de 1784, reconociendo la independencia de las Trece Colonias. Ese mismo día, se rubricó el armisticio con España, que disponía que nuestro país mantenía los territorios recuperados de la Florida Occidental y Menorca, y recibía de Inglaterra la Florida Oriental.
Tras una ausencia de ocho años, Gálvez regresó a España en 1784, siendo recibido como héroe. Fue nombrado virrey de Nueva España el 20 de abril de 1785, sucesor de su difunto padre. Se marcó luchar contra dos males que asolaban al pueblo mexicano: la escasez de víveres por la pérdida de las cosechas, y la epidemia de peste. Dispuso el aislamiento de los enfermos para evitar contagios, la atención gratuita en los hospitales y el socorro a los campesinos llegados a las ciudades. Acogió en su palacio a necesitados y destinó medio millón de pesos propios a ayudas. Hombre ilustrado con ansia de progreso, fomentó las obras públicas y difundió la vacuna contra la viruela. Se granjeó gran popularidad, pero apenas gobernó un año y medio: una enfermedad truncó su vida el 30 de noviembre de 1786 en Tacubaya, a los cuarenta años.
Fue enterrado en ciudad de México, en la iglesia de San Fernando, frente a la tumba de su padre. En su testamento dejaba herederos a sus dos hijos (Miguel y Matilde) y al póstumo en camino (sería una niña, bautizada Guadalupe); recomendaba su viuda a su tío el marqués de la Sonora, y establecía que ella fuese a vivir con sus hijos a España, donde era su voluntad que se educasen. Felicitas cumpliría su deseo, aunque una vez en Madrid, por impulsar como anfitriona una tertulia de intelectuales, tras el advenimiento de la Revolución Francesa, el afán de reprimir posibles réplicas por parte del régimen español haría que fuera considerada subversiva por las autoridades y desterrada de la capital.
George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos de América, afirmaría que sin la ayuda española, no habría sido posible para el nuevo país alzarse con la victoria en la Guerra de la Independencia.
La memoria de Gálvez ha vuelto a ponerse en valor en los Estados Unidos en este siglo XXI, tras un largo olvido. Así, 2014 finalmente vio materializarse el acuerdo tomado por el Congreso de Estados Unidos en 1783 a propuesta de Oliver Pollock: ubicar en el Capitolio un retrato de Bernardo de Gálvez. Aunque Pollock en ese momento aportó un retrato, estando perdido a día de hoy, el óleo de homenaje fue una copia hecha por Carlos Monserrate de un lienzo de 1784 atribuido a Mariano Salvador Maella. Asimismo, en los últimos años las Fuerzas Armadas de Estados Unidos han bautizado una fragata con su nombre, y al héroe se le confirió por el presidente Barack Obama la dignidad de ciudadano honorífico estadounidense el 9 de diciembre de 2014, un estatus solo otorgado a 8 personas. Sin duda, quienes más se alegraron, los habitantes de Galveston, o Galvestown, la ciudad americana a la que da nombre.